La Iglesia de La Asunción se quedó pequeña para acoger ayer un funeral para la historia en memoria de Don Victoriano Navarro, fallecido a primera hora de la mañana del lunes a la edad de 79 años. Cientos de personas, en medio de un clima de emoción indescriptible, despidieron al que el Obispo de la Diócesis de Albacete, Ciriaco Benavente, consideró «un maestro de la palabra».

Don Ciriaco Benavente ofició una misa concelebrada desde el Altar Mayor donde, desde el pasado lunes por la tarde, reposaron los restos mortales de Navarro, y que han podido visitar miles de personas, en presencia de más de 80 sacerdotes, curas y párrocos llegados de distintas diócesis.
El Obispo se refirió al Párroco de La Asunción como "un hellinero más" que supo empatizar con las tradiciones del municipio, sobre todo, las relacionadas con la Virgen del Rosario o la Semana Santa, al reconocer su ilusión al poner en marcha la Escuela Cofrade: «se nos ha marchado el padre, pastor, compañero y amigo".
Benavente celebró, en medio de la pérdida, que el fallecido, "ejemplo de serenidad, entrega y dedicación, ya se encuentra en paz, y junto a su Señor", tras reivindicar públicamente el cariño inmenso de todos los hellineros hacia Navarro desde que en 1988 llegó a Hellín: "qué Jesucristo os recompense esa gratitud y cariño".
Hombre de encuentros
En nombre de todos los religiosos que se dieron cita intervino Francisco Genestal, quien recordó a Navarro como una persona que, en el último año y medio, "supo aprender a dejarse acompañar, aunque siempre tomando iniciativas".
Una persona, que definió, como su voz, «firme, segura, paciente y, en ocasiones, definitiva. Era la palabra de Don Victoriano». Pero también ensalzó su «mirada quieta, mostrando extrañeza, perplejidad y duda acerca de si se estaría equivocando o no. Pero ante sus ojos veáis desfilar las sensaciones de incertidumbres que nos acompañan a todos".
Genestal destacó la visión de la muerte de Navarro Asín, sobre todo, a la hora de reconfortar a las personas que enterraban a familiares o amigos, «con su voz firme, segura, pero cercana".
El ex Párroco de San Roque destacó que Don Victoriano fue una persona "que facilitó los encuentros; siempre a favor de la comunicación y de la apertura de caminos y de la construcción de puentes para crear espacios de comunión".
En nombre de la familia intervino José Navarro, uno de los siete hermanos que tuvo Don Victoriano, «agradecido desde el corazón y manera sincera» por el cariño de los hellineros hacia el Párroco; algo que pudo comprobar desde que llegó procedente de Alicante-donde reside- a la Iglesia de La Asunción.
Y es que Pepe Navarro recordó que su hermano era una persona que "dejaba huella positiva por donde pasaba», y aunque enumeró los destinos sacerdotales en Almansa, Chinchilla o La Roda confesó que, en Hellín, había vivido grandes momentos abrazando la leyenda que escribió en los recordatorios que diseñó para la primera misa que ofició, con tan sólo 23 años, en los que se podía leer: "Señor, en tu nombre echaré las redes".
La nota de humor para liberar tantas tensiones acumuladas la puso el propio Pepe Navarro ya que, ante los problemas iniciales que dio la megafonía, aseguró que Don Victoriano "manejaba mucho mejor la tecnología que los actuales maestros de ceremonias".
Como acto final alguno de los sacerdotes se dirigieron al féretro, arropado con una casulla del propio Navarro, que sacaron a hombros, en medio de una cerrada ovación, hasta el coche fúnebre que aguardaba en la Plaza de la Iglesia, con rumbo al Cementerio, donde familiares y amigos le tributaron la última despedida, así como el alcalde de Hellín, Manuel Mínguez, y el concejal de Economía, Juan Antonio Moreno.