Sábado 4 Mayo 2024

Manuel Torrecillas aseguró en su Pregón de la Semana Santa que “ni nosotros mismos, los hellineros, hemos llegado a darnos cuenta de la verdadera dimensión de la grandeza de nuestra Semana Grande”, de la que ensalzó la “mágica y perfecta combinación entre procesiones y tambores”, y la pasión y emoción con la que la viven hellineros y visitantes de cualquier edad o condición social.


“Muy contento y muy feliz de que me hayan hecho pregonero”, aseguró que nada de lo que pudiera expresar estaría por encima de la “emoción que siento en estos momentos. En esta Iglesia me casé y también toqué el violín en su coro”, siendo casi un niño, “con aquella inolvidable mujer que cantaba como los ángeles”, en alusión a Consuelo Morales, “La Monaguilla”.
Torrecillas reflexionó al afirmar que los tambores y las procesiones “forman un conjunto increíble e indescriptible”, tras asegurar que el tambor, “sin ningún género de duda es un instrumento musical, de los más importantes y necesarios para todos los que escriben música de cualquier género” (como Richard Wagner), al dibujar que no hay orquesta o banda que no los lleve, y abundó que es el instrumento “preferido de muchos compositores para describir los momentos de culminación de la tragedia, la algarabía o el grito de júbilo de la muchedumbre”.
El empresario defendió la magia del Tambor y su nexo de unión entre hellineros de todas las edades, y celebró que “yo no he visto ni oído redobles tan buenos como los de Hellín en ninguna parte del mundo”.
En un momento dado se transportó a las “emociones y momentos culminantes” que ha vivido Jueves Santo por la noche; el Viernes Santo, con la subida al Calvario y el Entierro de Cristo; el Sábado de Gloria, y el Encuentro final del domingo por la mañana: “desde un balcón, he sentido tanta emoción, que he cerrado los ojos y me he imaginado que estaba viendo una ópera de algún músico de los más grandes que utilizan tanto los tambores y el metal”.
Más adelante ensalzó la belleza de la imaginería de la Semana Santa, y tras animar a los escritores a la publicación de un libro en el que cuenten la historia de los grupos escultóricos y cómo llegaron a la ciudad, se detuvo en La Dolorosa y el Cristo Yacente.
A La Dolorosa, recordó con nostalgia que su madre, Amparo, la veneró toda su vida, cuando a Hellín acudió la Banda de Música de Almansa que dirigía el maestro, Faus, en el momento en que su amigo, Alberto García Soria, recitó un poema escrito a la Virgen de los Dolores, acompañado con la campana por Rebeca Cañavate.
Posguerra
En este punto reconoció a unas personas que, en aquellos momentos, recordó, fueron “unas heroínas que sacaron a España del desastre de la Guerra Civil”, en alusión a las madres de la Posguerra, que, con mucho esfuerzo, cuidaban de sus familiares, por lo que, en su opinión, “semejante muestra de generosidad y altruismo merecería una mención especial”.
La otra imagen en la que quiso recrearse fue el Cristo Yacente, a raíz de que en 1936 desapareció su sepulcro en la Guerra Civil y se encargó la imagen a Mariano Benlliure y que, reveló, en principio no aceptó de manera receptiva el encargo del Cristo que, en su opinión, “es una de las cinco mejores obras de imaginería de España”, según aseguran los técnicos entendidos en la materia.
El Pregonero confesó que la contemplación del Cristo “me llega dentro del alma”, en medio del silencio que embarga la noche y el sonido de la Marcha Fúnebre, de Chopin, que interpretó la Unión Musical Santa Cecilia, junto a otro poema dedicado al Cristo del propio Alberto García.
Torrecillas repasó los estudios de los historiadores que sitúan el comienzo de la Semana Santa con la venida de San Vicente Ferrer, a principios del siglo XIV, cuando empezaron a marchar procesiones de penitencia en que los cristianos se flagelaban y se mortificaban; así hasta el Siglo XIX, en el que ya todo se transformó y se organizó la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, la primera que existió y la que empezó a organizar la Semana Santa.
Evolución
Luego, ensalzó que “la actitud” de los hellineros “produjo el milagro” de que cada año fuera evolucionando la Semana Santa, al recordar que, muchos de los que conocen esta tradición, “casi siempre repiten” en una ciudad que aumenta la población de manera “muy destacada”.
En el capítulo de las anécdotas recordó cuando realizó el servicio militar en Barcelona, y en la instrucción en Ripollet se ofreció voluntario para tocar el tambor con el que desfilaron los soldados varias horas, antes de que luego aleccionara a otros compañeros.
Torrecillas también compartió con los asistentes los momentos nostálgicos de haber vivido lejos de la ciudad las tres últimas semanas santas, aunque agradeció el envió las imágenes por los compañeros de Televisión Hellín.
El Pregonero, que leyó su intervención sentado, regaló una marcha al Cristo de Medinaceli que interpretó la Unión Musical Santa Cecilia.

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