Aunque, quizás, todos los años, tras cada Tamborada siempre se pronuncian las mismas palabras, pero, la del pasado Viernes de Dolores fue una de las más multitudinarias que se recuerdan en los últimos años, con miles de personas que redoblaron hasta bien entrada la mañana, aunque, como en ediciones anteriores, muy escasa y reducida fue la presencia en lo alto del Calvario.

Así, Fernando Picornell, presidente de la Asociación e Peñas de Tamborileros, indicó que «ha sido una Tamborada maravillosa, mágica, multitudinaria. Pero, tenemos que reflexionar muy seriamente, cuando termine la Semana Santa, por qué los hellineros no ascienden al Calvario como en su día», ya que confesó echar de menos «las escenas en que los tambores entraban a la Ermita y permanecían uno minutos en silencio. Son rituales que tenemos que intentar recuperar».
Sin embargo, el presidente sí que destacó las miles de personas que coincidieron el pasado Viernes de dolores, por lo que se recuperaron los tapones y aglomeraciones de las grandes noches de Jueves Santo y Sábado de Gloria en el estrecho de Benito Toboso dirección al Bar JD, teniendo en cuenta que, además, la colocación de un gran camión con aseos móviles en la puerta del antiguo Correos, hizo que en este tramo se ralentizara la marcha.
Lluvia
Los hellineros, sin túnica en esta ocasión, también se encontraron con la lluvia que cayó sobre la ciudad en torno a las 04.30, aunque los redobles siguieron, en muchos de los casos, durante muchas horas más antes de despedir este primer gran ensayo general de cara a la Tamborada de Miércoles Santo.
En la jornada del sábado también apreció algo de lluvia, pero no impidió que cientos de personas siguieran en directo, en la Iglesia de La Asunción, el tradicional Concierto de la Cofradía del Ecce Homo que, en esta 23ª edición, contó con la Unión Musical Santa Cecilia y el estreno de la marcha procesional, «Cadencia», compuesta y dedicada por Nacho Tomás a los costaleros.